lunes, 23 de abril de 2007

Feliz día de San Jorge y su dragón

En una ciudad llamada Silca, en la provincia de Libia había un lago tan grande que parecía un mar. En él se ocultaba un dragón de tal fiereza y tan descomunal tamaño, que tenía atemorizadas a las gentes de la comarca. Para apaciguar al monstruo los habitantes de Silca arrojaban al lago cada día dos ovejas para que el dragón comiese y los dejase tranquilos, porque si le faltaba el alimento iba en busca de él hasta la misma muralla y no dudaba en devorar al primer ser que se encontrase a su paso.

Al cabo de cierto tiempo los moradores de la región se quedaron sin ovejas por lo que celebraron una reunión a tal fin de encontrar una solución que acallase el apetito del dragón. En ella acordó arrojar cada día al agua, para comida de la bestia, una sola oveja y a una persona, y que la designación de ésta se hiciera mediante sorteo, sin excluir de él a nadie.

Así se hizo; pero llegó un día en el que al hacer el sorteo de la víctima, la suerte recayó en la única hija única del rey. Entonces éste, profundamente afligido, comenzó a dar alaridos de dolor y a decir:

-¡Ay, infeliz de mí! ¡Oh, dulcísima hija mía! ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo alegar? ¡Ya no te veré casada, como era mi deseo!

La doncella se postró ante su padre y le rogó que la bendijera antes de emprender aquel funesto viaje. Vertiendo torrentes de lágrimas, el rey la bendijo; tras esto, la joven salió de la ciudad y se dirigió hacia el lago. Cuando llorando caminaba a cumplir su destino, San Jorge se encontró con ella y, al ver a la princesa tan afligida, le preguntó la causa de que derramara tan copiosas lágrimas.

La doncella le contestó:

-¡Oh buen joven! ¡No te detengas! Sube a tu caballo y huye a toda prisa, porque si no también a ti te alcanzará la muerte que a mí me aguarda.

-¡Hija, no tengas miedo! Yo te ayudaré.

Durante el diálogo el dragón sacó la cabeza de debajo de las aguas, nadó hasta la orilla del lago, salió a tierra y empezó a avanzar hacia ellos. Entonces la doncella, al ver que el monstruo se acercaba, aterrorizada, gritó a Jorge:

-¡Huye! ¡huye a toda prisa, buen hombre!

Jorge, de un salto, se acomodó en su caballo, se santiguó, se encomendó a Dios, enristró su lanza, y, haciéndola vibrar en el aire y espoleando a su cabalgadura, se dirigió hacia la bestia a toda carrera, y cuando la tuvo a su alcance hundió en su cuerpo el arma.


El 23 de abril de cada año se celebra la festividad en honor a San Jordi en lugares de todo el mundo. La fiesta más conocida en España es la de Catalunya, en la que es tradición que los hombres ofrezcan una rosa a las damas y ellas regalen un libro a los varones.

En torno al popular santo existen numerosos escritos y leyendas, la mayoría de ellos de carácter cristiano pero nos hemos quedado con parte de la leyenda de San Jorge y el dragón.

Felicidades.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

prueba

Anónimo dijo...

Muy buena la leyenda de mi tocayo. Gracias por lo que me toca, aunque la del salvador de los cristianos y azote de los moros invasores tampoco está mal. ¿Te molaría arrodillarte cinco veces al día, moderador, dueño y señor?